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«Los datos son un recurso renovable, tanto como el sol y el viento». Así describió el valor de la información digital la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, en el Foro Económico Mundial en enero de 2020, instancia en la que destacó la riqueza y oportunidades sin explotar que existen dentro de la inconmensurable cantidad de datos que se generan hoy. En esa oportunidad, von der Leyen anunció la creación de una iniciativa europea transversal para fomentar la innovación abierta basada en datos: «Y nuestros científicos ya están comenzando a trabajar en esto», indicó.
Pocos meses después, la propagación del coronavirus y la pandemia de covid-19 que ha impactado a todo el mundo puso en evidencia, primero, el valor de la información digital para tomar decisiones críticas y –al mismo tiempo– la existencia de preocupantes brechas en términos de capacidades humanas y tecnológicas para el uso de los datos.
«Con una mirada anticipatoria, a principios de 2019 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) convocó a un grupo de expertos para identificar las habilidades que deberían tener los científicos, académicos, y todos quienes trabajen en ciencia de datos o hagan uso de sus resultados», comenta Marcelo Arenas, director del IMFD y miembro del panel Digital Skills for Open Science, del Global Science Forum de la OCDE.
El resultado de dicho trabajo acaba de ser liberado: el reporte «Building digital workforce capacity and skills for data-intensive science», publicado en julio de 2020, señala que «se ha prestado una atención inadecuada a las habilidades que los científicos y los profesionales de apoyo a la investigación necesitan, para aprovechar plenamente estas herramientas».
La pregunta de fondo era si estaban todas las disciplinas científicas –desde las sociales hasta las físicas y matemáticas– capacitadas para adoptar herramientas digitales en el trabajo científico, difundir los datos utilizados y obtenidos de manera apropiada, y obtener conocimientos y desarrollar modelos sobre la base de datos, entre otros.
«Lo que vemos –indica Arenas–, es que la industria está mucho más avanzada que la academia en estas materias y capta velozmente el recurso humano formado en las universidades. Existe el riesgo real de que no contemos con masa crítica suficiente para realizar ciencia basada en datos, especialmente aquella que necesita el sector público y que, como hemos visto, es la más urgente».
Para hacer frente a esto, el reporte urge que los gobiernos a nivel nacional, las agencias de investigación, las asociaciones científicas profesionales, los institutos de investigación y de infraestructura, y las universidades, trabajen en cinco ejes:
1. Identificar las habilidades y roles claves que se necesitan en distintos contextos de investigación científica e innovación.
2. Entregar capacitación y conocimientos fundamentales en datos en todas las ciencias, y formación especializada a quienes se dediquen a la investigación específica en el área.
3. Fomentar el desarrollo de comunidades de profesionales, académicos y quienes se quieran especializar en datos.
4. Cambiar los sistemas de evaluación académica y de compensación, para atraer y retener a personal con habilidades digitales en las universidades.
5. Integrar el desarrollo de capital humano especializado en datos en las políticas públicas científicas y en todas aquellas donde sea requerido.
«Mientras finalizábamos este reporte, fuimos testigo del doloroso impacto del covid-19 en el mundo. Vimos que en las naciones que tenían capital humano especializado, infraestructura y una visión de trabajo con datos digitales, los científicos pudieron aportar exitosamente en la toma de medida. Quedó en evidencia que todos los países necesitan avanzar en esta línea y es lo que proponemos en este informe», concluye Arenas.
Vea el informe completo aquí: reporte «Building digital workforce capacity and skills for data-intensive science»